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El otro libro de los d​í​as

by Martín Palacio Gamboa

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1.
EURÍDICE Espero tener tiempo y soledades bajo los velos múltiples del mundo. Sigo buscando a Eurídice, y el Hades persiste en la ilusión de lo profundo -persiste en la ilusión de mis sentidos, y aunque la luz persista me confundo. Si entre ceguera y ojo, divididos se encuentran los murmullos del deseo, ¿qué hacer entonces, tras estos olvidos del ser que surge al fin? Ya no poseo la manta y la guadaña, sino el tanto de dilución brutal en lo que veo. Me sobra el grado cero -a cal y canto- de lo que yo construyo y entretejo cual tuerto dios sobre todo lo santo se llame mierda, esperma, risa, espejo, de un árbol que recorro hasta el espanto y en el que cada fruto es mi reflejo.
2.
PAN Y ROSAS Queremos todo con hambruna de escualo. No usar zapatos, tenedor o cuchillo. Sacar las tumbas de encima de la espalda: queremos vacas, ravioles y champán, pan y rosas. Queremos pan y rosas, ser la fagocitosis de lo que nos quitaron. Pan y rosas. No somos zombies. Pero igual hay contagio. Y si hay contagio, ha de haber infección que nos libere de ser célula o matrix de toda Barbie aséptica y feroz. Pan y rosas, queremos pan y rosas. Ser la fagocitosis de lo que nos quitaron. Pan y rosas. Ya no es la Fanta, ya no es la Coca-Cola lo que nos llena de burbujas y amor sino una tira de Solís hecha a las brasas (te lo contamos en tupí o en español: pan y rosas). Queremos pan y rosas, ser la fagocitosis de lo que nos quitaron. Pan y rosas.
3.
PROTEICOPÁNICO Soy esa sombra que adquiere su consistencia como de piedra, una esencia que no encuentra su lugar dentro de la tabla periódica y se amolda a lo que ve y lo que toca –Frankenstein molecular-. Soy Jimi Hendrix, Paracelso, José Artigas, soy el manojo de ortigas y la botella del bar; también contengo en mí lo dulce de un demonio, soy la x de un binomio y el agua amarga del mar. Soy el que soy. Soy lo que soy. De lo monstruoso paso a la diversidad. Soy Salomé, soy Mary Poppins, la baranda donde se cuelga la ropa que acabaste de lavar; y ahora tengo en mí semillas de zapallo, o la forma de un zapato tirado en el basural. Sé que me expando, me multiplico sin pausa Como una cumbia que causa un San Vito algo letal: tomo y anulo identidades como un cáncer. Disuelvo en mí a Dr. Jeckyll y también a Mr. Hyde. Soy el que soy. Soy lo que soy. De lo monstruoso paso a la diversidad. Yo soy la zarza de Moisés en el desierto, también lo falso y lo cierto, la vaca y el pastizal. Soy Rasputín, Pepe Mujica y Paul McCartney, soy esa tira de carne que a la parrilla irá a dar. Como sabrán lo mío no es metempsicosis, sino esa metamorfosis (replicante universal) dentro de la tabla periódica y se amolda a lo que ve y lo que toca: Frankenstein molecular. Soy el que soy. Soy lo que soy. De lo monstruoso paso a la diversidad.
4.
SONETO ÑERI Mi cueva está en la lleca y la gilera. me calzo el 38 y con el paco, curtiendo Damas Gratis y el Polaco. le doy a un gato infiel mi mamadera. Andar de laburante, eso es cualquiera; me chupan el trabuco y el sobaco. Los ñeri me respetan cuando atraco y mato de la mente de primera. Va pa´ahí, soy el master de las fiestas, me fumo hasta la pipa de las llantas, arraso con el pitbull las apuestas y garcho de parado en las bailantas. Si me cruzo un gallina, dios lo libre el manya tiene aguante en mi calibre.
5.
LAS PIEDRAS DEL CALVARIO Cayó el brillo del cielo y la historia sin fin; la respuesta en el viento buscaste sentir, la vieja anatomía de ese dios que quería negarse a la muerte ya vino por mí. Acá no hay estrellas. La desilusión ya no sabe a ajenjo sino a metanol. Y sus profetisas celebran la orgía de este gran hermano sobre el mostrador. De allí este naufragio que no sucedió vendiéndose astillas o un pobre cajón. Por culpa de un denario las piedras del calvario entierran las vías de toda estación.
6.
GRITO POR LOS SANTOS Los santos desdeñan todo alimento terrestre Y persiguen en el bosque todos los trenes azules Llenos de prisioneros en el sueño solo la seda el nácar El aceite imantado de terciopelo despiertan su piedad En los callejones de fuego del atardecer Visten sin mesura el esqueleto de los pordioseros y su caja de alquitrán Los santos llevan las caras pintadas un manojo de galgos Y la espesura de la pasión que se mide en estas playas. Los santos afinan la puntería ordenan los colores según el hormigueo, según las vestiduras de la luz Las promulgadas vísceras la crin de los cristales Y toda alucinación esperanza y alfil blanco del amor Los santos son más veloces que la sed o los Ferrari 15 centímetros los separan del agua violeta del bautismo Emergen siempre con el caldero en el lugar señalado No cabe la muerte en su sangre ni en su estatua de ranitas y poemas de Rimbaud Y la vida sigue golpeando cuerpos y almas Para componer un nuevo día que no sea más que sinfonía de perfumes. Los santos degustan satisfechos la guerra Que astilla la radio y la voz del dictador sembrando odios y pianos deambulantes Entre rosas que ocultan todavía a los jóvenes y furtivos amantes En los balcones la efusión de un caballo blanco en el poniente Y un afiche de tres tintas que exalta la fe En el agua de lavar en la mano estrechada en la infantería de la muerte Se permutan las pasiones como estúpidos rompecabezas Y el hombre que fue sencillo y aspira a tener un lugar en el cielo Debe exhibir sus dineros -su pesar- Ante una máquina infalible que lo interroga lo degrada lo cosifica y lo procesa En una iglesia toda grafiteada con esvásticas En departamentos sin agua caliente arrasados por el plan Y en los fabulosos pretiles de la desesperación Los santos esperan a los escolares con caramelos Sus pies empantanados no pueden deslizarse Un cetro es solo una piedra cubierta por un trapo No hay más mundo que el de los ojos el horizonte quizá Tenemos las manos para ejercer la ternura Y la muerte y el tiempo injustos los santos ¿Pero los santos qué es lo que son? Los santos solo son polvo y olvido los santos Los santos desdeñan todo alimento terrestre Y persiguen en el bosque todos los trenes azules llenos de prisioneros en el sueño Solo la seda el nácar el aceite imantado de terciopelo despiertan su piedad En los callejones de fuego del atardecer visten sin mesura
7.
PARTE DIARIO Digamos que todo se vino abajo en el momento que me desperté y el motor inmóvil largó su esquirla igual que la borra en la media el café. La radio ensaya su rugir siniestro de frecuencia AM -Clarín y Gardel-. No queda otra que abrir la ventana y no hacer más nada que tomar café. Y mientras tanto, espero amanecer como quien va viajando en tren. Se espera el amanecer como quien va en tren. Del mundo me van llegando noticias, que es Francia, Palestina o Israel, que la Guerra Fría surge de nuevo y que hay quien mata o muere por la fe. A cada sorbo el eterno retorno se queda en la lengua, pantalla y papel. No queda otra que abrir la ventana y no hacer más nada que tomar café.
8.
VISTAS TELEGUIADAS Cuentan que Bob Dylan´duvo allá en el Chuy, la frontera, para apaciguar la espera de una muerte que no tuvo. Ve allí que el mundo es un cubo de Rubick sin solución, un blues en decantación de whisky y lisergia abstrusa: una errancia dequerusa de viento, tierra y cartón. Cuentan que Clark Kent anduvo allá en el Chuy, la frontera, para apaciguar la espera de un Lex Luthor que no anduvo. Dicen que tampoco hubo peligro de kriptonita ni la gran estalactita cayendo de un universo paralelo sobre el pueblo del baurú y la papa frita. También Tristan Tzara anduvo allá en el Chuy, la frontera, para apaciguar la espera de un íncubo que no incubo. Ornitorrincos en tubo lo aclaman, gritan su nombre, como el nuevo superhombre a quien lo aplastó un merengue con todo el baracutengue sin que a ni un turco lo asombre.
9.
CANCIÓN PARA UNA MUJER AMADA CUANDO LA BRÚJULA ME CAMBIA EL SUR POR EL NORDESTE Por si el hecho es cruzar los siete mares o esperar a que Marte entre a Saturno -y ver así cuál será nuestro turno de jugar a ser únicos e impares-, yo prefiero deambular por los bares de este sur metafísico de esperas donde sé que me traes primaveras con tu paso anulando lo siniestro para que lo más blanco se haga nuestro sin la música atroz de las esferas. Sé que tejo asteroides y palabras, el conjuro que me alivie algún día esta andar que se me incrusta a porfía como impacto de mil abracadabras. Sé también que para cuando vos abras la portera que da a un patio olvidado, en mi casa estaré siempre al costado de una mesa con su pan y su vino -haciendo del destino un desatino con el lance que Dios le dé a su dado. “Está escrito” -o “maktub”- dicen los viejos palestinos que viven en mi tierra y está escrito como el sol en la sierra, como la imagen tuya en los espejos que no habrá de existir cerca ni lejos sólo el signo de lo que fue el abrazo, la pregunta por la hondura del vaso, la ventana alumbrada por la luna -esa luna que se duerme en la duna de lo eterno que se halla a sólo un paso.

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Otra vez volvemos con nueve temas. Si hay algo que prima en todos ellos, a parte de su sonoridad acústica y de ciertas torpezas técnicas del músico, es la urgencia. Milongas, xotes, blues y rocanroles verborrágicos se dan cita. No es que uno haya dejado la frontera de donde vino. Es que la frontera se ha hecho carne y habitó entre nosotros.

credits

released June 17, 2015

Todas las composiciones son de Martín Palacio Gamboa, excepto los temas 4 y 6 que pertenecen respectivamente a Leonardo de León y a Julio Inverso. El arte de tapa quedó a cargo del artista plástico Marcos Ibarra a partir de las acuarelas de Andrea Acosta Blanco. Grabado en estudios de Alejandro Gómez durante mayo y junio de 2015 (Montevideo)

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Martín Palacio Gamboa Montevideo, Uruguay

Nacido en 1977, Montevideo, su música retoma las raíces del canto popular uruguayo, pero en permanente diálogo con la música del Nordeste de Brasil y el folk punk, aunque tampoco descarta la tradición árabe y, por momentos, la electrónica. Sus letras, por lo general, abogan por una repolitización de la canción en clave antifascista. ... more

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